Llega la clásica más bonita del año en el ciclismo. La más épica y la que todo el mundo sueña con ganar alguna vez. Llega la París-Roubaix, el Infierno del Norte. La carrera que cierra el ciclo de clásicas y carreras de los adoquines del norte de Francia y Países Bajos.
Tras los aperitivos de Harelbeke, Gante-Wevelgem y el primer plato espectacular del Tour de Flandes, llega el plato estrella. La 115ª edición cuenta con 29 tramos de pavé, dos más que el año pasado. Son dos tramos muy lejanos a meta, aunque uno cuenta con tres kilómetros de empedrado. En total serán 257 interminables kilómetros de los cuales 55,95km serán sobre el adoquín. Ha habido tramos, como el mítico Trouée d’Arenberg que ha sido restaurado, pero sin quitarle el más mínimo ápice de dureza.
La carrera cuenta con tres grandes favoritos y varios corredores con opciones de levantar el mítico adoquín en el velódromo de Roubaix. Peter Sagan es el gran favorito para hacerse con el que sería su primer adoquín. Tras caerse por una mala colocación, junto a una chaqueta inoportuna en Flandes cuando se lanzaba a por Gilbert, correrá con más ganas esta mítica prueba. Además, Tom Boonen disputa la que será su última París-Roubaix antes de retirarse. El mítico corredor belga ha ganado la prueba en cuatro ocasiones. Buscará romper el empate que mantiene con Roger De Vlaeminck en la cabeza de esta honorable clasificación.
Tampoco hay que descartar el nombre de Greg Van Avermaet, cada día corriendo mejor y sabiendo elegir con más atino los momentos en los que dar rienda suelta a su tremenda clase. Además, ciclistas como Terpstra, ganador en 2014 o John Degenkolb, vencedor en 2015, nunca se pueden descartar de la lucha por un triunfo donde Peter Sagan quiere hacer imponer su condición favorito y levantar el primero los brazos en el Velódromo de Roubaix.